Otra vez tú, otra vez yo,
Otra vez este dueño de nada,
Otra vez los viajeros, parten a la madrugada,
Otra vez el color del silencio.
Calma en la noche mi encierro,
Resguarda mi mano en nombre de la lluvia,
Salta triste, bajo el laurel de piedras mudas,
Y eleva tus ojos a este tiempo encanecido.
Yo soy el pan, soy el vino,
Soy aliento, soy muerte, soy palabra,
Quizás angustia, quizás huérfano de ti, e incluso calma,
Soy huerto de cenizas o un luminoso canto.
Para este tango sin hermanos,
Haz la fiesta e inunda mi vaso de tristeza,
Baila en la academia, y haz que cese la guerra.
Marca sus nudillos, y haz que marchen los soldados ciegos y envueltos.
Al alba, empiezo el sacrificio,
Por ti, ya he dicho, quemo mi miseria,
Mientras descompongo soledad y burlo la agonía,
Ahora, no busques odios, calma tu risa y conjuga este beso.
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