De este alma sin salida
No quedan sino retazos.
Asombrado en los sueños del exilio
Y sentenciado por la cantata final de la sangre inexplorada.
Naufragué en el amor,
Y zarpé en el desconsuelo de los marineros;
Y, en estas ramas de lo abstracto,
Coleccioné mis retazos.
Afanado en el murmullo de las aguas:
Guardé amores,
Como quien guarda esperanzas
Y recogí bellezas muertas,
Heridas por los perfumes de las tempestades.
Caminé entre hombres tristes
Y artistas sedientos de mil pechos.
¿Y de mi amor?
Encontré sino barcos desatados.
Me arrojé a los ceniceros hambrientos,
A los vasos de tristeza.
¿Y de los amores?
Solo mañas sangrientas en la espera del nunca jamás.
Caminé entre minutos ciegos
Y bares sin besos.
¿Y nuestras historias?
Llenas de retazos, descompuestos entre relojes.
Caminé entre enemigos,
Sonrisas,
Fortunas,
Mi todo,
Mi nada.
¿Y nosotros?
Envueltos en las mentiras sacramentadas
Y orquestadas
Por la infamia de lo patético.
Pero,
No es del tango esta inconsciencia;
Es de este desvergonzado silencio,
Nuestra inocencia.
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